El vidrio de Lalique



René Lalique comenzó su carrera como grafista y luego como disc­ñador de joyas Art Déco. Descubrió el cristal cuando buscaba ma­teriales nuevos y menos caros para sus joyas. Experimentó con esmal­tes vítreos y con cristal fundido según el procedimiento de la cera perdida. Su primer objeto enteramente de cristal lo produjo entre 1893 y 1897 con esta última técnica: un frasco en forma de lágrima, con tapón. Después de su éxito inicial, realizó cierto número de objetos de cristal que expuso, junto a sus joyas, en su nuevo taller de la Place Vendónme.

Fue allí donde en 1906 los vasos de cristal de Lalique llamaron la atención del perfumista Francois Coty, quien le encargó etiquetas y frascos para sus productos. Los primeros diseños de Lalique para Coty fueron producidos en cristal por Legras et Cie., la mayoría de ellos sin firma. Hacia 1908 Lalique tuvo su propio taller de cristalería en Comb -la-Ville, donde ejecutaba sus propios diseños. Unos locales más amplios, adquiridos en 1909, le permitieron entrar en la produc­ción en serie. Al estallar la primera guerra mundial, Lalique había abandonado casi por completo su producción de joyería. En 1918 ad­quirió una factoría más amplia en Wingen-sur-Moder.

Los vasos de Lalique, con una decoración en altorrelieve muy deta­llada, se fabricaban según tres procedimientos: soplando con la boca el vidrio dentro de moldes; mediante un proceso mecánico de aspiré soufflé o pressé soufflé; y moldeados en una prensa. El material de base era
siempre de cristal: cristal con un 50 por ciento de plomo. Se dejaba claro o se coloreaba con óxidos metálicos, sulfatos y cloratos, con los que se conseguía una gama de colores exquisitos que iban del verde esmeralda al rojo rubí. Mediante un sandwich formado por una capa de cristal blanco opaco entre dos capas de cristal coloreado, se obte­nían bellos efectos opalescentes. Otras veces la decoración era pintada o teñida, con esmaltes tratados con ácidos, exponiendo el cristal a hu­mos de óxidos metálicos en una mufla, o puliéndolos con una pulidora rápida o con rojo de pulir.
El repertorio de motivos decorativos de Lalique era también varia­do: animales naturales o estilizados, flores, formas humanas o mitoló­gicas y composiciones geométricas abstractas. Las formas en relieve eran realzadas mediante la aplicación de tintes de colores esmaltados. En su catálogo había una amplia variedad de objetos: vasos, vajillas, objetos de tocador, frascos, quernaperfumes, joyas, cajas de reloj, es­culturas, espejos, juegos de escritorio, lámparas, muebles, accesorios arquitectónicos, fuentes e incluso objetos novedosos como las masco­tas de automóvil.

Durante los años veinte, Lalique consiguió un gran éxito y fue am­pliamente aclamado en la Exposición de París de 1925, donde tenía pabellón propio. También diseñó un comedor de cristal para Sevres y una gran fuente para el Cours des Métiers. Además, sus frascos domi­naban la espectacular «fuente de perfumes» de la sección de perfume­ría. Otras obras suyas fueron incluidas en las exposiciones de varios ensembliers. Siguieron importantes encargos, entre ellos piezas de cris­tal para transatlánticos como el París (1920), el Ile-de-France (1927) y el
Normandie (hacia 1935): paneles decorativos, lámparas, techos ilumi­nados y otros accesorios. Fabricó lámparas para restaurantes, teatros, hoteles, iglesias y para coches cama de lujo de los ferrocarriles france­ses; también diseñó una serie de fuentes públicas de cristal en el Rond­Point de los Campos Elíseos de París.

Obras de Lalique